No es la primera vez que hacemos una boda afuera de nuestro país, pero sí es la primera vez que los novios también son amigos. Creo que hace mucho que no estábamos tan nerviosos, pero a la vez es super lindo regalar el recuerdo de un día tan especial a quienes queremos tanto. Aunque sea el recuerdo de medio día, porque una vez que empezó la fiesta nos disfrazamos de invitados y las fotos quedaron a cargo de otros fotógrafos.
Mona es chilena y Mariano argentino, y como ellos viven acá, para la boda decidieron cruzar la cordillera y festejarla frente un sol que cae en el mar. El lugar que eligieron se llama Algarrobo y es super lindo, nunca lo habíamos escuchado nombrar. Playas chicas y grandes, con bosques y acantilados y días que se aprovechan hasta el último rayito de sol.
Tuvieron una gran idea: alquilaron una casa hermosa donde festejaron la ceremonia por civil y donde también fue la fiesta. Cada uno se cambió en una habitación separada sin verse, pero se encontraron para caminar juntos hacia la ceremonia. Qué lindo hacer las fotos de la “primera vista” de ellos dos, super íntimas, sin nadie cerca. A esas miradas de amor no hay nada que les gane.
Durante la ceremonia, entre el calor y la emoción (nuestra como civiles, como amigos de los novios) les sacamos un millón de fotos. No queríamos que les faltara nada!
Cuando arrancó la fiesta… acá se terminó el relato, porque como una Cenicienta del atardecer, nos convertimos en invitados y no hubo más fotos (nuestras). Solo podemos decir que estuvo muy divertido y que qué mejor manera de terminar una temporada de bodas agitadísima que convirtiéndonos en unos más de ustedes, los que son parte de la boda, los que bailan hasta que los echen. Porque los invitados también son el alma de la fiesta, y ese rol se toma muy en serio.
























































